Las grullas que vienen a invernar a nuestros campos proceden fundamentalmente de Suecia, Noruega, Alemania y Finlandia. Llegan junto a sus padres a las zonas de invernada que mantendrán durante toda su vida.
La principal zona de acogida de las grullas es la laguna de Gallocanta donde se han llegado a concentrar hasta 60.000 ejemplares. Una parte de ellas se establecen allí hasta febrero momento en que retornan al norte, mientras que la mayor parte continúan su viaje hacia el sur hasta las dehesas extremeñas, donde permanecen el invierno alimentándose de bellotas y cereales, coincidiendo con la caida de la primera y la siembra de los segundos.
En total llegan a nuestros campos unas 150.000 grullas de las cuales más de la mitad van a las dehesas extremeñas y el resto se distribuyen por Castilla la Mancha, Andalucía y Aragón.
Desde hace años en este viaje hacia extremadura, algunos cientos de estas aves realizan una parada prolongada en la Laguna del Oso, en la comarca de La moraña (Ávila). Allí permanecen hasta mediados de diciembre, alimentándose del cereal de invierno que se siembra durante noviembre.
Tuve la oportunidad de verlas muy cerca y fotografiarlas gracias a José, un agricultor que me invitó a su tractor y pude acercarme bastante ya que están muy acostubradas a la presencia de estos vehículos en los campos.
Uno de los mejores momentos para observarlas es al caer la tarde, cuando entran a las lagunas que utilizan como dormideros para estar a salvo de zorros y jabalíes. Ver los bandos en formación entrando a la laguna con las siluetas recortadas contra un cielo azul anaranjado junto a la banda sonora de sus trompeteos es una de los momentos más mágicos que podemos ver en nuestros campos.
Grullas adultas
Grullas adultas con un joven
Grullas adultas en vuelo
Grullas adultas en vuelo
Bando de grullas en vuelo